No sé si es manía peculiar de un servidor, pero imagino que alguien más habrá por ahí al que le pasen estas cosas. ¿O no?
Igual que siempre he tenido dos “lecturas de enfermo” favoritas -a saber: En busca del tiempo perdido, de Proust, y El cuaderno gris, de Josep Pla-, que sólo leía cuando estaba en cama con gripe (¡y cómo las disfrutaba!), también suelo tener mis lecturas específicas de váter (con perdón).
Igual que siempre he tenido dos “lecturas de enfermo” favoritas -a saber: En busca del tiempo perdido, de Proust, y El cuaderno gris, de Josep Pla-, que sólo leía cuando estaba en cama con gripe (¡y cómo las disfrutaba!), también suelo tener mis lecturas específicas de váter (con perdón).
Recuerdo que durante bastante tiempo mi “libro de váter” por antonomasia -y no va con segundas- fue Viaje a la Alcarria, de Cela. No creo que su prosa limpia y directa, sus frases cortas o sus personajes risueños tuvieran una función laxante, ni mucho menos, pero el caso es que alegraban sobremanera mis trances escatológicos (os lo recomiendo vivamente). Después pasé a otras obras del mismo autor: La colmena, La familia de Pascual Duarte, San Camilo, 1936, Oficio de tinieblas 5, etc. Vamos, que igual que Tolstoi y Kafka solían ser mis "lecturas de mesilla de noche" (casi de duermevela, cuando el sueño se abatía como una sombra de avión sobre los párpados) o Kant y Zubiri mis "lecturas de concentración" (antes de los exámenes solía leer a boleo un trozo de la Crítica de la razón pura o de Inteligencia y realidad, para ponerme a tono), nuestro flamante premio Nobel de Literatura ha sido durante mucho tiempo mi principal autor de trono. Todo muy monárquico.
Quizás para darle mayor utilidad y sentido práctico a los minutos desperdiciados sobre la única taza que no tiene asas, decidí hace un par de años limitar mis lecturas de váter a la lengua de Shakespeare, especialmente en el género de biografías y memorias. Novelistas como Philip Roth, Conan Doyle, Jonathan Swift, Paul Auster o Ian McEwan han sido algunos de los dichosos agraciados. Los libros de Bill Bryson, Karl Popper y Bertrand Russell también me han dado mucho juego, la verdad.
Quizás para darle mayor utilidad y sentido práctico a los minutos desperdiciados sobre la única taza que no tiene asas, decidí hace un par de años limitar mis lecturas de váter a la lengua de Shakespeare, especialmente en el género de biografías y memorias. Novelistas como Philip Roth, Conan Doyle, Jonathan Swift, Paul Auster o Ian McEwan han sido algunos de los dichosos agraciados. Los libros de Bill Bryson, Karl Popper y Bertrand Russell también me han dado mucho juego, la verdad.
Como curiosidad final diré que ahora mismo estoy embarcado en una antología de “los mejores diaristas del mundo” titulada The assassin’s cloak. Es muy interesante, porque está organizada como un año entero, que va -día a día- desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, con extractos de diarios de todas las épocas y lugares, aunque vencen por abrumadora mayoría -cómo no- los ingleses. Con este libro, que me compré este verano por dos míseras libras, ya tengo lectura de váter para varios meses, porque es un tocho considerable. Pero la duda me asalta: ¿cuál será el siguiente?
Por cierto, nunca leo poesía en el váter. Lo intenté en una ocasión, pero me resultaba astringente.
Que alguien busque, si le place, la explicación psicoanalítica.
Por cierto, nunca leo poesía en el váter. Lo intenté en una ocasión, pero me resultaba astringente.
Que alguien busque, si le place, la explicación psicoanalítica.
PD: Tal y como anda el mundillo editorial, podría ser un buen reclamo de márketing: "Contra el estreñimiento, William Faulkner. Contra la diarrea, Juan Ramón Jiménez". Bueno, será mejor no dar ideas...
PD2: Una duda existencial: si la "escatología" es tanto la ciencia de la caca como la teoría de la vida de ultratumba, ¿será pleonasmo -o sólo irreverencia- leer el Apocalipsis en el WC?
8 comments:
Por lo que cuentas me apetece leer The assassin’s cloak.
Con lo que me ocupó en la maleta, ya podía ser un buen libro...
Sí que tiene buena pinta ese libro...
Jajaja, me ha gustado este post, pensaré en cuales son mis lecturas para el baño :)
Y yo que durante mucho tiempo he dedicado ese tiempo a leer el bote de espuma de afeitar... :D
Muy bueno este post!
Estimado señor conde duque, aunque lo de señor es más una intuición que una certeza:
Asomo la cabeza a este su blog y encuentro en él cosas interesantes. Es un blog ameno, sí.
Respecto al asunto de lecturas de váter, jamás he practicado tal actividad, que uno es más tipo "cagaprisas", nunca mejor dicho.
Gracias a todos por vuestros amables comentarios.
Descon, sí es un gran libro (¿por qué no lo traducirán aquí?).
Xavi, yo también solía leer los textos de los geles y champuses, hasta que descubría el Viaje a la Alcarria...
Bienvenido, monsieur Bauldalaire. Aunque todavía no alcanzado la treintena, y pese al contenido desagradable de este último post, se puede decir que sí, que soy un auténtico señor... Incluso un gentleman (no tanto un dandy). Todo un conde-duque, vamos.
En tales circunstancias escoja mejor "El perfume".
Pazzos, quizás sea contraproducente. No voy a entrar en más detalles desagradables, pero...
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