Thursday, November 30, 2006

A Praga, en busca de K.

"Al haberme desprendido de la protección contra el invierno, cuando me encontré en la calle experimenté lo que significa estar indefenso a merced del frío. Procedente del Certova, el brazo del Moldava que fluye alrededor de la Kampa, una pesada humedad se mezclaba con el aire helado y los espesos jirones de niebla que se percibían alrededor de las farolas de gas encendidas despertaban la sensación de que el aire gélido se acercaba a las luces para calentarse."
"Cuando llueve, el suelo se moja. Sobre todo en Praga. Porque aquí se riegan las calles cuando llueve. A veces en plena lluvia, otras después y en ocasiones antes."
(Ergon Erwin Kisch, De calles y noches de Praga)
Me voy unos días a Praga, tras las huellas de Kafka. El frío no me importa (incluso me haría ilusión que nevase), pero espero que no llueva mucho, para que podamos patearnos las calles tranquilamente. Si quieren regar las calles, que las rieguen.
Nos aguardan edificios de todos los estilos: románico, gótico, renacentista, barroco, modernista... Intentaré sacar alguna foto interesante para ponerla a la vuelta.
En fin. Na schledanou. Si el avión no se cae, en breve estaré paseando por aquí:

13 comments:

Mabalot said...

Conde-duque, te echaremos de menos; pero como no hay mal que por bien no venga, seguro que a la vuelta tendrás tantas cosas que contar de Praga(el pueblo de Kafka, el niño-insecto)que la espera sin artículos en este blog valdrá la pena. Disfruta mucho y buen viaje.
Qué suerte...

Anonymous said...

Gracias, Mabalot. Abriré bien los ojos y ya os contaré lo que vea.
(PD: A lo mejor desde algún cíber puedo meter baza...)

Anonymous said...

El video es muy chulo. Y el texto también. Espero que te guste Praga.

Anonymous said...

Buen viaje!

Y cuidado con las checas... me refiero a la cerveza pilsen, claro.

Anonymous said...

Querido Conde-Duque. En primer lugar, enhorabuena por su blog (“bueno, antes que nada decir que me encanta tu programa, Gemma“). Regresé de Praga esta misma semana, así que le diré algunas cosas de utilidad no tanto por generosidad, que también, sino por esta graciosa necesidad que tenemos algunos de escribir. Al llegar olvídese de Kafka y contemple con frialdad el frondoso bosque de mujeres checas que se extiende por la calle. Parecen, bajando apresuradas la Vaclavske Namesti, desprendimientos del iceberg que hundió el barquito de Di Caprio: qué poco color, qué poco baile a la vista, ¡pero cuánto academicismo en los rasgos, cuánta producción en serie, y tocan a tantos que es el primer país del mundo en el que las bellezas femeninas recogen por la noche, y en la vida, las sobras del sexo masculino: un ejercicio fascinante de justicia poética ver al checo de cara torva, moreno y sin gracia colgado de un junco rubio! Es una belleza nacarada, muy preysler, al gusto de los exquisitos pero a disgusto de los que preferimos la sangre caliente y la bachata de la sugestión física, húmeda. En fin, dejemos el sexo y pasemos, pero sin pasarnos, a la cultura (si no es lo mismo). Nada más llegar a Praga pregunte en una librerìa por el Vademecum de Kafka en la ciudad. Es un librito escaso de páginas e incluso de contenidos, un tanto anodino, que la embajada argentina publicó hace unos años por sabe Dios qué aniversario (el de la primera comunión de Maradona, o vaya usted a saber lo qué). Le rajé un poco del libro pero es ùtil. Se le conduce a un itinerario turístico-literario con nuestro genio tuberculoso de protagonista. Sus casas familiares, sus trabajos, sus tertulias (Café Louvre, recuerdo: estaba enfrente de un Kentucky Fried Kitchen: yo preferí el pollo a la ensalada --a Vivaldi uvas pasas, que me dan piu calorias: a ver si adivina quién canta esto), sus hoteles, su judía tumba, los pisos en los que escribió...). Quieren mucho a Kafka y están muy orgullosos de él en Praga (sus camisetas están colgadas en todas las tiendas de souvenirs), aunque eché en falta algo más en recuerdo de Jan Neruda. Como contraprestación, me traje a Galicia una gran placa de la calle dedicada al poeta: Nerudova, Mala Strana, Praha 1 (es curioso , escriben Praha, con jeada). Me costò 2.000 coronas y una bronca importante con mi querida mujer, porque decidí allí mismo colocarla en el estudio de nuestra nueva casa, aún en obras, aún por diseñar (territorio comanche el del diseño para el hombre todavìa por afeminar: yo estoy en ello, mas los primeros pasos son duros, pero firmes: aterricè con la gran placa bajo el brazo, y pesaba un huevo). El euro está a 27 coronas. Está todo bastante barato, más que en España. El medio litro de cerveza no llega al euro, y está riquísima: le aconsejo la gambrinus, pero la pilsen, como le dice Xavi, está muy buena. Es llamativa la arquitectura: hay pasajes de Praga que parecen arrancados de un cuento. La plaza de la Ciudad Vieja es fantástica, y no se pierda el pequeño espectáculo de las campanadas en el reloj astrológico. Un perfil de Praga: el Moldava visto en perspectiva desde la ciudad grande, con el gran castillo coronando la Ciudad Pequeña, la Mala Strana (la inmensa catedral gótica del castillo, fabulosa) Dos cuestiones más: los empleados de restaurantes y así suelen ser algo bordes, y en los tranvìas y en el metro no piden casi nunca el ticket, pero si lo hacen y te pillan sin él, te meten un multazo que te arruinan el viaje. En esos tranvías y metros, y aunque es una obviedad decirlo, levántese si entra una persona mayor: son esas cosas que enamoran a Javier Marías, pero si las olvida, como yo, le puede caer un buen abucheo del personal. Y un abucheo en checo, créame, es la hostia. Por último, y antes de marcharse, admire la fuerte huella que el totalitarismo comunista dejó en Praha (pronunciése Praja, como Jato): hay una especie de arquitectura civil grandilocuente que pasaría desapercibida en el Berlín de los años 30 y en la ciudad hay cerca de cincuenta Mcdonalds. Sale usted de un Mcdonald y está entrando en otro: de un Mcchicken a una Mcpolla. En la referida Vaclavske Namesti hay tres en un espacio de doscientos metros. Viendo el espectáculo, yo le deseo una larga vida a Castro. Son más sanos los fríjoles. Llega en buen momento: visite el mercadillo de Navidad, es otra pequeña maravilla. Buen viaje y saludos.

Alfonso said...

No sé si llego a tiempo para la recomendación, o si es obvia, pero lea "Praga en tiempos de Kafka", de Patrizia Runfola, en la nueva editorial Bruguera. Encontrará una Praga cultural que no se resume en Kafka, apasionante y maravillosa. O "Praga Mágica" de Angelo Maria Ripellino, ahora en Seix-Barral. Si ya los ha leído, disfrútelos en directo. Buen viaje

narrow said...

Leo de nuevo este blog y me adjunto a la recomendación de Runfola. Y reitero, que no sé si te llego, una par de recomendaciones. "el tigre dorado", el bar al que iba siempre Hrabal, y un café pequeño detrás de la catedral Dýn, al que se accede por un callejón. El café es estupendo. También en Nerudova el Kuorova o algo así, nº 20, y en el museo de Kafka, expo que hicieron en Barcelona, también hay un café estupendo.
Te invito a mi blog again, julionarrow.blogspot.com

Anonymous said...

Gracias a todos por las recomendaciones. Hoy, martes, quinto y ultimo dia en Praga. Ya os contare...

conde-duque said...

Miércoles 6: Ya estoy en Madrid. Todo lo bueno se acaba. El viaje ha estado fenomenal. Hemos disfrutado intensamente de una preciosa Praga navideña. No ha llovido ni un solo minuto. Frío ha hecho unos días más que otros, pero como aquí. Cuando descargue las fotos, pongo algunas y escribo un post. Ahora no me da tiempo...

pies diminutos said...

Madre mía! Yo me voy también a Praga en febrero. Qué ganas tengo!

Mar said...

Me alegro que tu viaje haya sido un éxito. Ahora a esperar tus reflexiones:)

Saludos

conde-duque said...

Pies diminutos, seguro que disfrutarás un montón...
Gracias, Mar.

Anonymous said...

Hello. And Bye.